miércoles, 16 de julio de 2014

Antología visual de Claudio Pérez

El pensador siempre llevará una cicatriz ardiente en el pecho como primer impulso que lo llevó a reflexionar.
Difícil es ver una exposición de dictadura chilena sin salir de la sala lleno de cólera, tristeza y con la cabeza llena de interrogantes.
Difícil es ignorar.
Difícil es fijarse en el enfoque correcto, en el recurso artístico y la perfecta iluminación en un marco lleno de sonrisas fúnebres.
Difícil es dejar de pensar.
Difícil es creer que no heredamos nada de aquello.
Difícil es ver a quien no está, implorándonos salir de esa fotografía.
Terrible es observar los miles de rostros y notar que hay alguno que se parece a tu padre, a tu madre, a tus familiares, a tu sangre. Darte cuenta de que no hay lejanía entre tu historia y la de ellos.
Terrible es esperar la recepción de un goce artístico y no una mano empuñada en un par de gargantas.
La exposición consta de miles de fotografías que reflejan la cotidianidad de las personas que vivieron la dictadura, en vez de enfocarse en la pérdida propiamente tal, lo cual no deja de ser una realidad menos horrorosa.
Se podría decir que revivimos la mirada de la gente de esos años. Estamos hablando de habitantes que no sabían con totalidad los tipos de torturas, el número de los detenidos desaparecidos, las manifestaciones, entre otros, debido a la manipulación de los medios de comunicación, el toque de queda y represión de cualquier pensamiento de izquierda.
Nos contextualizamos a través de las fotografías, en las costumbres, en los malones, en los retratos iluminados, en la angustia y la desesperación por no saber con exactitud lo que estaba pasando. Una época en donde cientos de libros fueron quemados, prohibidos e informarse por cuenta propia significaba un riesgo. Una galería para reflexionar un tiempo del que nadie se hace cargo, una exposición para encolerizarse y que nos hace arder la cicatriz una vez más.




lunes, 14 de julio de 2014

A un país cualquiera o quizás sólo a este

                                                                “Vámonos, 
                                                                y volvamos a derrotar afrentas" - Vocales
                                                                                                                                       


Aquí se respira lucha
en un pueblo que quedó sin cabalgata,
acá se come tierra
en un pueblo que quedó sin semillas.
El panel de la memoria es nuestro máximo dolor
con las tres cruces pretéritas y vacantes de quien lo provocó:
El saqueador.
El empresario.
Y el matador.
Espantamos a quien nos manchó la historia
pero aún nos consternan sus reformas.
Tenemos las manos cansadas
y la tinta sanguinolenta.
Los asesinos te colmaron, 
y no haces nada a pesar de que pasen los años,
tu espalda es sólo un peso más 
de tu infantilismo emocional.
El frente de mi casa reposa sólo en deudas y
la mano amiga se siente áspera,
ahora las habilidades de mis compañeros son sólo utilitarias.
Pedimos ayuda en tarjetas
que nos roban cada día
miramos mal a quien nos robe el televisor
pero no a quien nos roba toda la vida.
Hacemos trizas a quien nos mire de frente, lo agarramos a piedrillas
y luego somos capaces de juzgar a quien nos toque una herida
Esto no es una voz benévola ni mucho menos una conciencia
esta escritura tiene llagas y le carcomen las fallas.
Nos tildan de un país impaciente y estresado
al trabajar por esas migajas intangibles
Estamos en la balanza de la oferta y la demanda,
tenemos un modelo obligado, que no nos hemos sacado
y después dicen que somos desarrollados,
la sangre y la espera no nos han funcionado
pues dentro de la crueldad las lágrimas que importan son del finado.
La tierra late realmente si te sientas a escucharla
pero ¿qué te importa averiguar lo que es jugar sin ser intervenido?
si las cuentas, los pies y los intereses te tienen podrido.
Es el fin de una pequeña plática despavorida en un espacio donde nuestro timbre simplemente huye fragmentado.

sábado, 12 de julio de 2014

Crítica: Blanco (teatro)

En la sala B1 del Centro Gabriela Mistral fue expuesta la danza contemporánea “Blanco”.
Esta pieza es una propuesta de mundo, dirigida por Alexandra Mabes, en la cual se plantea una nueva perspectiva acerca de la creación representada por dos cuerpos - tanto uno femenino como uno masculino -.
La escenografía, en una gran parte del tiempo, permaneció oscura excepto en pequeños momentos en que surgía una leve luz que permitía observar a los bailarines rodeados de variados elementos decorativos de color blanco.
En cuanto a la propuesta como danza no se presentó ningún elemento innovador o una nueva mirada respecto de la finalidad que se quería proponer: representar una idea acerca de la evolución; y abusó de movimientos repetitivos que desviaban la atención de la audiencia. Respecto uso a la incoherencia o falta de una línea conductual, en algunos bailes, suele ser útil para abrir el inconsciente del observador, sin embargo, ello no es llevado a cumplimiento debido a la mala utilización del recurso produciendo en los espectadores poco placer estético.

Finalmente existió un exceso en la indumentaria musical sin el componente principal del baile, este último abarcó los últimos minutos en el que solo se presentaban movimientos suaves al ritmo del compás.

domingo, 15 de junio de 2014

Crítica: El sollozo del hierro (danza)

En el Centro Cultural Estación Mapocho, en el contexto de la extensión del Festival Cielos del Infinito en Santiago, se presentó “El sollozo del hierro”, dirigido y coreografiado por la compañía Arrieritos.

La danza comienza con una leve luminosidad enseñando las tenues siluetas de sus dos intérpretes: un hombre y una mujer; él con la predisposición de conquistarla y ella con la mirada nebulosa de dudas.

Se denotó el lenguaje artístico de la danza contemporánea con intervenciones de flamenco. La energía de sus bailarines originó una gran intensidad para la ejecución del movimiento, demostrando la gran aptitud de estos. La intención y expresión actoral no quedaron ausentes en la creación pues se proyectaba el desgaste amoroso de los amantes. Este punto es importante porque generalmente cuando este tipo de coreografías son llevadas al escenario tienden a dejar que el observador cree su propia interpretación donde él mismo debe atribuirle sentido. Fue interesante que el montaje entregara un relato estructurado, sin quitar las posibles futuras lecturas que el auditor quiera dar.


La atmósfera del teatro se contagió con la decadencia emocional y amorosa de ellos. En el suelo se situaban dos relojes de arena simulando el correr del tiempo, conformando una hermosa imagen al espectador entre la escenografía y el baile. En líneas generales esta bellísima danza fue el arte de dos cuerpos en movimiento y el amor tortuoso de una noche sin reparo.

miércoles, 28 de mayo de 2014

Crítica: Esperando a Godoy

Muchos habrán oído hablar de la obra de teatro “Esperando a Godot” escrita por Samuel Beckett en la década del 50.
Hace tres semanas atrás, mi colegio llevó a todos los cursos al Cine Arte Normandie, a ver una obra titulada “Esperando a Godoy”. Me bastó un par de minutos para entender que era una parodia al montaje de Beckett. Básicamente la obra era débil, se percibía que fue escrita para adaptarse al público, que en este caso fue una audiencia adolescente, es decir, que sus diálogos rondaban en temas como la vocación, los problemas paternales y las interrogantes sobre el futuro. Los diálogos de la función eran simples, no hubo profundidad en el clímax y el remate del discurso final fue bastante pobre. La crítica va también en algo mucho más externo como el por qué de la insistencia de llevar a los alumnos a ver esta clase de obras en las salidas pedagógicas. No es la primera vez ni la última, en que los contenidos como la sexualidad, la vocación, la PSU y los problemas amorosos se ven exhibidos exclusivamente para el público juvenil.
Los colegios siempre eligen este tipo de presentaciones con el pretexto de que es la única manera que los jóvenes pueden interesarse en el teatro, pero los aleja mucho más de la expresión teatral. Una respuesta posible es el  miedo de las escuelas de que los alumnos se aburran y falten el respeto en la sala, sin arriesgarse a que los estudiantes puedan ver una obra de teatro sin las lecciones protocolares.

Este tipo de montajes esperan contextualizar el mundo adolescente, por supuesto en una visión generalizada,  en la espera de una mejor recepción y atención de sus espectadores. El problema es que muchos de ellos  van al teatro únicamente en salidas pauteadas por los colegios, entonces si van a cobrar por una obra plagada de lecciones para el futuro, sería mejor realizar una clase enfocada en eso, ya que existen miles de funciones, de variados géneros, en las cuales los alumnos podrían sorprenderse e indagar por las diferentes ramas que tiene el arte de la representación.

domingo, 25 de mayo de 2014

Poema: No sé que podré decir mañana

No sé que podré decir mañana
pues creo que no he vivido absolutamente nada.
La espera tiembla en el agonizante andén
y mi mano pide consuelo debajo de mis piernas
esperando un poco de calor.

No sé que podré decir mañana
pues creo que no he vivido absolutamente nada
repito rotando el lápiz en una clase inútil
y desbordo todos los conocimientos y letras por la ventana.

No sé que podré decir mañana
pues creo que no he vivido absolutamente nada.
La publicidad de la industria vecina inflama mi cólera
y me siento a espiar, gratificantemente, los edificios y las siluetas de la gente
en sus pequeñas casillas
con sus firmes fronteras.

martes, 13 de mayo de 2014

Crítica: Radicales libres

En la sala B1, del Centro Gabriela Mistral, se presentó la danza “Radicales Libres”, coreografiada por Elizabeth Rodríguez e interpretada por Lucas Balmaceda, Thomas Bentin, Nuri Gutes y Marcos Matus.
Un juego de luces nos anuncia que la obra está a punto de comenzar, los bailarines dan el punto de partida, y logramos notar la temática y la nube emocional en que se situará ésta. Difíciles posturas y precisión en los movimientos demuestran los cuerpos trabajados de los intérpretes; sus expresiones faciales presentan la tensión y el conflicto con ellos mismos.
Los radicales libres, en el plano de la química, son moléculas que han perdido su electrón y buscan arrebatar otro, dando como resultado cadenas malignas en el cuerpo. En otras palabras, son los causantes del envejecimiento.
De esta pieza se puede connotar el complejo constante del envejecimiento, la ausencia y la búsqueda del sí mismo. Los bailarines demostraron el virtuosismo de la coreografía y la destreza en su calidad interpretativa;  la facilidad y la agilidad en que se desarrollaron los hechos causaron la sorpresa de la audiencia.
Además de la residencia anterior, estas posturas en el baile generaron también, la confusión en cuanto al argumento, aunque podría tomarse como un recurso interesante para aquel que no relaciona el nombre de la pieza con el desarrollo de la coreografía.
En conjunto, la música, el baile y la escenografía son elementos importantes. Las pausas y los cambios de cuadros mantienen el hilo conductual, para no caer en la reiteración de movimiento o imagen. En conclusión, una obra que despertará el entusiasmo y reflexión del espectador a la hora de ver danza contemporánea.

Crítica: Iopido (o Al revés)

La locura se convierte en temática con Iopido (o Al revés). Trabajo presentado el día  10 y 11 de mayo en el Centro Cultural Estación Mapocho;  en el contexto de la IV versión del Festival Cielo Infinito en Santiago.  Este espectáculo trata de la relación entre un hombre y su hula hula, y la ruptura de su cotidianidad.
En primera instancia, logramos divisar una luz tenue y el movimiento rotatorio de un hombre quebrado inesperadamente para sorpresa de la audiencia. Con esta detención, podemos ver las características del personaje: un ser confuso, con la mirada trastornada, cualidad permanente hasta el final. Este individuo nos presenta su mundo que es oscuro y vacío, en la que sólo habita su aro de hula hula como única compañía. Este universo posee sus propios límites y fronteras. El habitante nos muestra sus increíbles técnicas con el aro, y no se visualiza la mera presentación de un cúmulo de habilidades, sino desafía los parámetros que estamos acostumbrados a ver.
Todo se centra en el movimiento rotatorio, que simboliza el mundo cotidiano en que se encuentra inserto el personaje. En un momento de la actuación, elementos externos entran en la obra rompiendo y quebrantando toda la monotonía expuesta, y logramos ver a miles de aros arrojados desde atrás del telón, tomando un papel central sobre el escenario, con tal  intervención, nuestro personaje alcanza su locura máxima.
Es una función increíble e inolvidable, en el que su grandioso personaje sustenta y mantiene la atención del público, sin decaer en ningún momento. Juega con el asombro, con nuevos mensajes y nuevas reglas. Los distintos movimientos del personaje, transmiten una ruptura de la conciencia mediante la expresión de la locura en su máxima tensión.

Mensajes sospechosos

Eran los primeros días de clases. Entre las distintas pruebas de diagnóstico que debía rendir, el examen de lenguaje inmediatamente despertó mi atención, ya que del conjunto de textos seleccionados, y del que apenas logré divisar el título y tema principal, fueron razones suficientes para convocar la rabia y el desanimo. Básicamente, en el contenido se exponía los beneficios para el país la instalación de hidroeléctricas y la latente necesidad de obtener energías, donde uno de los ejemplos que se menciona como solución es el proyecto HidroAysén.  Noté inmediatamente  ciertas carencias o más bien encubrimientos de la información, como no mencionar las 5910 hectáreas afectadas, la disminución del grosor del río por la intervención de la represa o finalmente, la sequía junto con la destrucción forestal de Aysén. Me llamó la atención la postura de la carta y más aún, que se reparta en todos los cuartos medios de mi colegio, aproximadamente unos 280 alumnos. Si bien sabemos que se trata de un tema controversial, muchos no tienen una idea cabal de la situación y son ajenos de una opinión fuerte; por lo tanto, esta carta puede formar un pensamiento erróneo de la situación, pues propone la imagen de un Chile sin energía, sufriente por la escases  y hambriento de hidroeléctricas. Por eso digo que no, existe todavía una parte de la población que está en contra de la destrucción biocultural de cualquier lugar del país y la difusión de ideas falsas e incompletas.