En la sala 2 del Teatro
Sidarte, fue presentada la obra Quizá sea
esta la última vez que tenga que decirte algo dirigida e interpretada por
Jessica Huerta y Michael Silva.
Una tenue luz nos adentra a la
sala. La escenografía tiene un aspecto minimalista: consta de una silla enorme
ubicada en el centro facilitando la movilidad de los actores, mientras que la
luz ilumina la mitad del escenario. La obra comienza con los lamentos de una
agobiada mujer que se presenta con el nombre de Dina, pronta a contarnos su
desdicha. El monólogo nos relata sus difíciles comienzos en una familia de
escasos recursos, en el cual la violencia física y psicológica de su padre, era
parte de su cotidianidad. Hechos que la llevan a huir del hogar y experimentar una gran precariedad, junto a un rechazo
constante. Situaciones que se entienden en un contexto mayor como el machismo
como práctica social. Posteriormente, el personaje nos afirma su entrega máxima
a la religión como único refugio de tanto tormento; aspecto que representa el
fuerte catolicismo de los sectores populares y la entrega espiritual a un ser
metafísico para amortiguar las injusticias diarias.
Después de su confesión,
perdemos de vista a la actriz y prontamente hace entrada otro personaje, se
presenta como Yegua, un travesti de alrededor de unos 30 años con aspecto
entristecido. El monólogo es distinto, no es dirigido al público, más bien a un
ser que desconocemos ubicado detrás de la puerta. El tema a tratar es el virus del
VIH y todo lo que conlleva: la inestabilidad emocional, el deterioro físico y
el constante maltrato y rechazo de su círculo familiar, y de la sociedad en
general.
La propuesta de la obra
principalmente es la interrogante de hasta qué punto uno tiene que aguantar y pedir
ayuda sin recibir respuesta para tomar la justicia por sus propias manos. Hasta
qué punto se puede establecer lo bueno y lo malo sin conocer el contexto previo.
Los personajes serían un ejemplo de dar respuesta a estas inquietudes, cuando
ambos están insertos en un contexto de violencia extrema y cómo deben responder
a tal violencia. El tema de lo femenino también es trabajado, la violencia de género se evidencia en los
recurrentes abusos por parte de una masculinidad dominante, que ubica a los
protagonistas, en el lugar de la fraternidad y la debilidad. Por otro lado, la
situación económica es completamente determinante en la calidad de vida, la
posición social y el trato diario.
La calidad actoral fuerte,
decisiva y apelante de Jessica nos ayuda a comprender cada acto cometido por su
personaje. La rabia, los deseos de justicia y la demanda en la actuación
Michael impresionan y facilita el entendimiento de su personaje y su acción
final. El lenguaje directo y explícito de ambos, provocó la atención máxima en
la historia y un ambiente empático respecto de la audiencia a lo que les estaba
ocurriendo.
Es una obra innovadora, ya que
rescata a los personajes íconos de la marginalidad y representa a los seres
excluidos por el muro de bloques morales de la sociedad contemporánea. Un
trabajo que invita a reflexionar respecto a las personas ubicadas fuera de
cualquier marco, con destinos predeterminados y juzgados por una humanidad tan
fría, que no los escucha.