Al
aire libre y con una audiencia repleta Pinocchio, de la compañía Teatrocinema
(ex la Troppa), toma el escenario en el corazón de la plaza de Maipú. Esta obra
infantil, influenciada por la novela de Carlo Collodi, trata la historia de una
marioneta que cobra vida, con su propia personalidad y características. La
simplicidad del montaje sorprendió enormemente para una presentación tan extensa
(1 hr. y 30 min). En el inicio de la obra, se logró visualizar la salida del
primer actor, representando a Geppetto, el padre de Pinocchio, de manera
carismática, extrovertida y estusiasta, donde él mismo crea con sus propias
manos a quien llamará su hijo, un joven de madera, con cualidades propias de
cualquier niño como dice su propio padre: pequeño, maldadoso, rebelde,
revolucionario e irrespetuoso. Nos adentramos a la aventura de este mundo, instalado
con elementos tan simples, como un perro de ropa gigante, algunos peluches, un
enorme cono y un teclado para crear el sonido de los efectos, sin embargo, con
tan escasa escenografía, sin ser éste un factor en contra, los actores lograron
profundizarnos en la historia y abrir nuestra tan abandonada imaginación con
leves símbolos: en una de las escenas se observa a Pinocchio y a un grillo
conversando acerca de la conciencia, y el modo innovador de la presentación,
simulando la perspectiva de la marioneta cuando mira a su acompañante minúsculo
y la perspectiva del insecto, viendo la nariz enorme de Pinoccio, todo al mismo
tiempo. Respecto al plano actoral el personaje principal, interpretado por Sofía
Zagal, a pesar de tener actitudes catalogadas de vandalismo, logró encantarnos con su ternura e inocencia
infantil. A pesar de solo contar con dos actores más para interpretar a muchos
más personajes (Fernando Oviedo y Juan Pablo Troncoso), es
notorio el trabajo en la ejecución, ya que cada en uno de ellos, lograban capturar
la esencia y la personalidad de cada uno de sus papeles, a pesar de ser caracterizados
por la misma persona; por lo tanto la diferenciación no se centraba en el
cambio de vestimenta, sino en el plano de la interpretación.
La
obra posee una innovación en la temática y en la manera en que es contada,
aunque la historia tenga variadas representaciones, ésta destaca por sus diálogos
acerca de temas actuales creando un Pinocchio mucho más cercano y realista,
además de las múltiples canciones que entretenían e invitaban a embarcarnos en
un gran viaje por las diferentes aventuras de la marioneta.
En
vista general, la puesta en escena trae una nueva forma de contar esta tan representada y conocida historia con una mirada más dulce y
tierna que la original, en conclusión, con el ingenio, la fluidez y el humor
que propone, nos logró encantar a muchos, tanto grandes como a pequeños,
recibiendo un gran aplauso y la entrega de un reconocimiento de parte de la
municipalidad.