lunes, 5 de octubre de 2015

Pinocchio (Crítica)

Al aire libre y con una audiencia repleta Pinocchio, de la compañía Teatrocinema (ex la Troppa), toma el escenario en el corazón de la plaza de Maipú. Esta obra infantil, influenciada por la novela de Carlo Collodi, trata la historia de una marioneta que cobra vida, con su propia personalidad y características. La simplicidad del montaje sorprendió enormemente para una presentación tan extensa (1 hr. y 30 min). En el inicio de la obra, se logró visualizar la salida del primer actor, representando a Geppetto, el padre de Pinocchio, de manera carismática, extrovertida y estusiasta, donde él mismo crea con sus propias manos a quien llamará su hijo, un joven de madera, con cualidades propias de cualquier niño como dice su propio padre: pequeño, maldadoso, rebelde, revolucionario e irrespetuoso. Nos adentramos a la aventura de este mundo, instalado con elementos tan simples, como un perro de ropa gigante, algunos peluches, un enorme cono y un teclado para crear el sonido de los efectos, sin embargo, con tan escasa escenografía, sin ser éste un factor en contra, los actores lograron profundizarnos en la historia y abrir nuestra tan abandonada imaginación con leves símbolos: en una de las escenas se observa a Pinocchio y a un grillo conversando acerca de la conciencia, y  el modo innovador de la presentación, simulando la perspectiva de la marioneta cuando mira a su acompañante minúsculo y la perspectiva del insecto, viendo la nariz enorme de Pinoccio, todo al mismo tiempo. Respecto al plano actoral el personaje principal, interpretado por Sofía Zagal, a pesar de tener actitudes catalogadas de vandalismo, logró encantarnos con su ternura e inocencia infantil. A pesar de solo contar con dos actores más para interpretar a muchos más personajes (Fernando Oviedo y Juan Pablo Troncoso), es notorio el trabajo en la ejecución, ya que cada en uno de ellos, lograban capturar la esencia y la personalidad de cada uno de sus papeles, a pesar de ser caracterizados por la misma persona; por lo tanto la diferenciación no se centraba en el cambio de vestimenta, sino en el plano de la interpretación.
La obra posee una innovación en la temática y en la manera en que es contada, aunque la historia tenga variadas representaciones, ésta destaca por sus diálogos acerca de temas actuales creando un Pinocchio mucho más cercano y realista, además de las múltiples canciones que entretenían e invitaban a embarcarnos en un gran viaje por las diferentes aventuras de la marioneta.

En vista general, la puesta en escena trae una nueva forma de contar esta tan representada y conocida historia con una mirada más dulce y tierna que la original, en conclusión, con el ingenio, la fluidez y el humor que propone, nos logró encantar a muchos, tanto grandes como a pequeños, recibiendo un gran aplauso y la entrega de un reconocimiento de parte de la municipalidad.

domingo, 4 de octubre de 2015

Viaje en moto

El prólogo de la carretera contuvo toda la prolijidad del viaje,
mis manos se aflojaban entre cada páramo.
Sostuve la frigidez del despegue
y el intuitivo aterrizaje.

Cesó por completo mi caminante.

jueves, 1 de octubre de 2015

Adjunto mis dos poemas que pueden ser encontrados en la revista literaria "Delirium Tremens" en la edición número 9.

Las pajareras


A las semillas se les prohibió mi boca hace mucho tiempo.
En las noches solía llorar una gota pasajera
mientras mi mente temblaba
esperando un estímulo.

Una barrera de libros
acogió mi llegada, sólo distinguí cuatro paredes
donde en cada una de ellas
surgían dos manos que me arrebataban la tranquilidad,
a tirones.

Mi nostalgia empapó la habitación,
de mi cuerpo escapaba el veneno de mis casas anteriores,
a mi lado las pajareras comienzan a tiritar,
los pájaros han emprendido el vuelo
y cegados van en picada a estrellarse contra el suelo,
aún no se convencían de su envejecimiento.

La laguna de mi habitación continuaba fría
como para ahogarme a gusto,
mis pobres pajarillos vuelven a volar contra el piso mientras la vejez
les daba el beso de buenos días.
Han pasado cuatro días,
los cuerpos de los únicos familiares que me quedaban
rebalsaban en la alfombra la sangre grisácea
que aun de mis ojos siguen brotando

El más pequeño traía cargado en sí un año,
sólo camino dos pasos hacia la ventanilla
para emocionarse y envejecer,
con el cigarrillo en el pico
se dejó caer tentado por el humo
dejando mis pajareras vacantes
para el día que aprendiera a volar.

Mi eterna autopsia

Sigo oyendo las voces de negligencia,
sigo sintiendo su placer al quitarme la carne.
El olor a alcohol se hizo presente desde aquel día y gozaba emborracharme con este olor.

Me esperan mis ateos,
prontamente estarán mirando la falda al catolicismo,
en unos momentos sonará la campañilla de la tienda de placas.


Taller de teatro Museo de la memoria y los derechos humanos