En la sala A2, del Centro
Gabriela Mistral, la compañía Teatro La mala clase presentó La historia de los anfibios, bajo la
dirección de Aliocha de la Sotta.
La historia comienza en
medio de la histeria y confusión de un grupo de apoderados citados,
urgentemente, a una reunión para informar acerca de la muerte de uno de los
compañeros de curso de sus hijos.
Los actores nos debaten uno
de los temas más controversiales de nuestro país: la educación, desde un punto
de vista estructural en el que se cuestiona a la institución educativa como
(des)formador de los alumnos, quienes ya tienen, en opinión de los apoderados,
un futuro predeterminado.
La fuerza contraria de la
obra, en este caso el personaje de la directora del establecimiento, propone
una visión positiva, a través de lentos procesos inspirados en el modelo
finlandés, del sistema educativo tales como la libertad de expresión, la
instalación de espacios sin supervisión y clases centradas en la reflexión de
la vida. La opinión a su vez es constantemente oprimida ya que se cree que el
modelo educacional, ligado a los diferentes intereses económicos y políticos,
puede arrasar en el futuro con cualquier potencial de cambio.
La increíble fuerza de esta
obra se sostiene en los diálogos y puntos de vista de cada personaje. La
atención de la audiencia fue total ya que la temática, y la manera de
expresarla, fueron muy interesantes e innovadoras. A pesar de tener un final
resolutivo, no se entrega realmente como una solución del conflicto ya que
hasta el día de hoy es desconocida, por lo tanto, pone el tema sobre la mesa
incitando a cada espectador a reflexionar y a cuestionar el control que ejerce
el poder ante una variación educacional, el determinismo del sujeto frente al
futuro incierto en el cual se le está adiestrando para ser explotador o
explotado y si efectivamente se puede, a través de la inquietud, proporcionar
alguna alternativa.
Una obra que mezcla la
problemática estudiantil y el horror del fallecimiento de un alumno. Los
complicados debates llevados al arte de la representación y la compleja postura
deshumanizada ante la muerte principal, hacen de esta puesta una pieza
interesantísima que invita a cuestionar las diferentes estructuras pedagógicas
en las que ya no importa la utilidad, o no, de ésta pues fuera de las
instituciones educativas, la realidad es muy distinta.
Una gran puesta en escena
que genera miles de interpretaciones e inquietudes frente a un tema tan
polémico logrando encantar al público despidiéndose con un efusivo aplauso.