martes, 2 de febrero de 2016

La hija del sistema (Crítica)

En distintos formatos de ficción, por ejemplo, las teleseries en la televisión chilena, podemos ver en diversas ocasiones, temáticas como la desigualdad económica y social del país (Pituca sin lucas, Pobre rico e Intervalo, por ejemplo).
La obra de teatro La hija de mi papá, escrita y dirigida por Nicolás Mena, y que se está presentando en el Festival Santiago a mil 2016, también trata este tema.
Los acontecimientos se nos presentan con la entrada de Trinidad y Daniela, dos hermanas jóvenes, hijas del mismo padre y distinta madre. La primera es hija de la esposa. La segunda es hija de la amante. El escenario simula ser un departamento pequeño, desgastado y con pocos muebles, en el que vive Daniela, la mayor, vestida con el uniforme de cajera de un supermercado, mientras que Trinidad, un año menor, utiliza ropa más sofisticada. La construcción de la ficción sugiere que ambas muchachas pertenecen a clases sociales distintas.
Trinidad, en su condición de hija legítima, busca a Daniela con el objetivo de investigar la constancia de la presencia del padre en la vida de su hermana. Durante el encuentro, se provoca una fuerte discusión en la que la hermana menor no reconoce a la mayor como familia debido a que no tienen la misma sangre en totalidad. La hija legítima es quien ha obtenido todos los beneficios económicos de parte del padre, mientras que la otra apenas sobrevive con el sueldo mínimo. A esta última, se le caracteriza como una persona amable, orgullosa de su trabajo y servicial, aspectos que la obra se preocupa de enfatizar constantemente. Esto se ve, por ejemplo, en que en una de las primeras escenas, Daniela le seca los pies, se asegura de que todo esté limpio en la mesa y obedece a cada orden de su visita.
Es curioso que este montaje se concentre en la imagen del pobre extremadamente feliz, sin demostrar ninguna queja por su situación, alejando cualquier indicio de enojo ante el sistema tan hostil al que se enfrentan. Además, el tener estas cualidades solo provoca que la acción se vuelva predecible, tras evidenciar los roles del bueno y el malo.
Con lo anterior, La hija de mi papá propone mostrar una supuesta unión comunitaria (en el sentido de grupos que entienden su situación debido a una fuerza antagónica) de los miembros de los sectores populares en Chile en la conformación de su identidad de clase, unidad que si existiese no se manifiesta de manera fraterna. Con esto, la obra, contribuiría erróneamente a fortalecer la idea de que se despliega una confianza en la comunidad, como consecuencia del orgullo que manifiesta Daniela hacia su trabajo aunque éste sea precario. Así, la obra no estaría proponiendo ideas en función de solucionar el problema ni provocar un potencial cambio ante la precariedad laboral. Como prueba de esto, Daniela se presenta satisfecha de su posición en la estructura social.
La obra se esfuerza en distinguir las formas de pensamiento de Daniela y Trinidad en relación con la clase social a la que pertenecen. La primera se presenta como un personaje noble y la segunda, como alguien egoísta. Esta diferenciación de clases no existiría en Chile, ya que las diferentes características mencionadas pueden encontrarse en personas de ambos grupos sociales. El problema de la representación que realiza La hija de mi papá se grafica en que, en la realidad, la clase media chilena presenta como tendencia rasgos conservadores contribuyendo a mantener el sistema de clases funcionando.
El montaje La hija de mi papá da a entender que cada uno de los personajes, representa simbólicamente a la totalidad de la clase social a la que pertenecen, incluyendo su conciencia social y su identidad de clase, asunto cuestionable por la polarización de sus ideas. De esta forma, la obra no propone una gran innovación respecto al tema. Sin embargo, invita al debate sobre éste.