domingo, 8 de noviembre de 2015

Finaliza la octava versión del festival más austral del mundo

La frase De cara al viento puede significar muchas cosas, por una parte, a ese rostro enrojecido por el frío sin importar la estación, propia de los magallánicos, y, por otro lado, a esa cara expectante y emocionada al salir de una sala de teatro. Como resultado de esta dualidad encontramos al Festival Cielos del Infinito. Son pocos los festivales comprometidos a trabajar para las personas desde el lugar de la identidad, e inclusive, aún más difícil encontrar alguno que no se sitúe en un lugar establecido, si no que más bien, la ciudad sea su escenario, y cuando uno camina deslumbrado por las calles de Punta Arenas, observando a las banderas de colores, los afiches en cada local, la cantidad de entradas vendidas y las puertas abiertas de los teatros, te das cuenta de que la festividad ha llegado a la ciudad y a cada habitante con inquietudes artísticas.
En vistas generales se logró el objetivo, colocando un enorme grano de arena en la balanza a favor de la descentralización del arte. Como región, fuimos testigos de grandes obras provenientes de diferentes lugares del mundo, nuestra imaginación vagó entre cada pueblo y ciudad invitado. Si se hiciera un recuento de las obras principales, logramos ver las propuestas del teatro actual lleno de experimentaciones rompiendo poco a poco nuestras barreras fronterizas previas que tenemos acerca del las expresiones artísticas. Brasil nos dijo que el movimiento y lenguaje pueden provenir de cualquier lado, inclusive desde la sencillez del papel, Argentina nos puso a prueba con el humor ante cualquier cosa, inclusive con el frío abrazador que nos mantiene alejados de las butacas; en cuanto a Chile, nos pudimos dar cuenta del increíble trabajo presente y que merece cada vez más apoyo y propagación. Con respecto a China, se trajo una obra que no nos quebró demasiado la idea, algo hermética, que se tiene sobre la cultura oriental, algo imperialista y servicial, pero nos deja el paso a nosotros mismos de investigar las expresiones y visiones artísticas y sociales contemporáneas acerca de esta gran cultura.
La idea de una escuela abierta y desfases con la idea de la educación, tradicional y conservadora, es fenomenal ya que invitó a abrir instancias de cuestionamiento, indagación y retroalimentación entre los participantes dejando la idea de un festival completo tanto el área de la educación como en el arte.

De cara al viento también reflejó la dificultad del equipo al hacer este enorme proyecto, resaltando la labor de los voluntarios que se encuentra presente en todas las versiones, compensado en la calidez al presenciar un espectáculo o en las sonrisas de un público regional que ahora se encuentra ansioso de esperar la siguiente versión.

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